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12 de Octubre de 2025
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Marisa Gomez

Esta señorita ama el circo

Por Marisa Gómez.

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Hace años que Emma quiere conocer el circo. Muchos pasaron por el pueblo pero ninguno se quedó, hasta que un desperfecto mecánico en uno de los camiones hizo que el circo Los Milagros de Papá Noel armara la carpa grande como una cancha de futbol y la llenara de luces. Una camioneta sin guardabarros, con un enano en la caja vestido de Papá Noel, y a los gritos por un megáfono, recorrió las calles del pueblo. 

 

Se lo escuchaba a cualquier hora del día: El circo Los Milagros de Papá Noel trae alegría a los hogares. Les aseguro que los equilibristas caminan con los ojos vendados desafiando la gravedad, el tira cuchillos lo hace de espaldas a la rueda, los magos llenan la carpa de palomas y conejos, los acróbatas saltan sobre los toros y al final Papá Noel con su trineo pasea a los pequeños.

 

Emma insistió para que su abuela la llevara y ese día cuando estaban en la fila para ingresar al circo, la vio saludar y tirar un beso. 

 

¿A quién saludas?, le preguntó.

 

A nadie, abuela.   

 

La acomodadora las llevó adelante, la abuela repetía, esta señorita ama el circo y finalmente consiguieron que las sentaran a un costado cerca del pasillo.

 

La abuela le compró dos chupetines y dos Rhodesias a una chica preciosa de tutú rosa. Emma, mientras se chupaba los dedos para sacarse el chocolate, escuchó un chistido, y después otro más fuerte. Era el enano, que escondido entre las cortinas del pasillo, le hacía morisquetas. 

 

¿Qué mirás?, preguntó la abuela. 

 

Nada, nada, contestó Emma. 

 

Resonaron los tambores, se apagaron las luces, cayó el telón y el presentador, vestido de colorado, lleno de lentejuelas contó una historia y fueron apareciendo en el escenario, el Pato Donald, Mickey, Minie, la lechuza, un oso, los malabaristas, las contorsionistas, los tira cuchillos y los equilibristas.

 

El público gritó, las luces se apagaron y cuando la abuela le fue a dar la segunda Rhodesia, Emma había desaparecido. Buscó en los alrededores, caminó unos pasos hasta el escenario y gritó, Emma, Emma pero el bullicio tapaba su voz. Desesperada, ubicó a una de las chicas con tutú y juntas corrieron hasta el baño. Las interceptó otra acomodadora para decirles que la señorita rubia con la cabeza llena de tirabuzones y piernas muy cortitas, se fue por el pasillo con el dueño del circo.

 

¿Quién?, preguntó la abuela.

 

El dueño del circo, ese señor vestido de Papá Noel.

 

Que se prendan las luces, mi nieta desapareció, que venga la policía, gritó la abuela. 

 

Y ahí en el medio del escenario, apareció un trineo que dio vueltas como si fuese una calesita, con Papá Noel y a su lado, Emma vestida de princesa con los pelos revueltos por los giros. 

 

La abuela la miró sorprendida y Emma gritó, entre giro y giro, tranquila abuela ya me contrataron.          

 

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