En el corazón de Esquel, en San Martín 636, reside una institución cuya existencia es un reflejo de la perseverancia y el profundo amor por el saber de sus habitantes: la Biblioteca Pública Municipal Nicolás Avellaneda. Próxima a celebrar su nonagésimo aniversario como entidad pública, esta biblioteca no es solo un depósito de libros, sino el custodio insustituible de la memoria de Patagonia.
El primer dato administrativo de la Biblioteca Nicolás Avellaneda data del año 1936 pero se estima que su origen es anterior.
La historia de la biblioteca, dirigida actualmente por la técnica superior en bibliotecología María Jesús Ochoa, es un testamento de fe comunitaria. Su primer dato administrativo se registra en 1936, pero se estima que su origen es anterior. Nació de la iniciativa de un grupo de vecinos ante la imperiosa necesidad de tener un lugar de encuentro, realizando desde sus inicios numerosos talleres de lectura.
Tras haber pasado por varios períodos de cierre, el Municipio asumió la responsabilidad total del acopio bibliográfico en 1968, respondiendo a la demanda social de la época, consolidándose así como una biblioteca municipal además de pública.
El resguardo del patrimonio
La relevancia de la Biblioteca Avellaneda para Esquel trasciende lo literario, albergando un vastísimo patrimonio documental. María Jesús subraya que esta riqueza se debe al “interés de los vecinos de conservar el patrimonio, la historia local”. Históricamente, los diarios llegaban a la biblioteca empaquetados y doblados, conservados cuidadosamente por las familias en sus casas.
Una de las áreas más valiosas es la Hemeroteca, fundada en 1994, coincidiendo con la inauguración del edificio propio. Este sector resguarda aproximadamente 44.000 periódicos que datan desde el año 1925 en adelante, conteniendo la historia completa de Esquel a través de su prensa escrita.
La Hemeroteca fue fundada en 1994. Los periódicos datan desde el año 1925.
Además, la colección incluye material de investigación excepcionalmente rico sobre la historia de la Patagonia, abarcando no solo el ámbito argentino, sino también el chileno, incluyendo las áreas social, cultural y política. Este acervo, que abarca todas las disciplinas, desde material literario para niños hasta investigación, ciencia y filosofía, atrae a investigadores de todo el país y el mundo.
Ochoa destaca el concepto que la comunidad tiene de la institución: “Todo lo que se brinda desde la biblioteca siempre tiene muy buena llegada y la comunidad tiene yo creo, un muy buen concepto de la biblioteca, por eso también creo que se ha sostenido tantos años”.
El valor de la circulación
El crecimiento de este fondo bibliográfico se debe en gran medida a la generosidad de sus socios. La institución ha recibido colecciones personales muy ricas, con donaciones de hasta 1.500 libros, procedentes de personas conocidas de Esquel, lo que se considera un aporte patrimonial importantísimo.
Al reflexionar sobre los primeros y más fieles usuarios, Ochoa resalta con emotividad a los socios vitalicios, aquellos que con su apoyo y donaciones forjaron el espíritu del lugar. Recordó con tristeza la reciente partida de la socia número 3 y, este mismo año, del socio número 1. Sobre ellos, subraya una verdad fundamental para la vida de la biblioteca:
“...el que es lector de verdad, es el lector que te dona los libros, porque... entiende que la información tiene que circular... el libro se hizo para que circule, para que lo lean, para que se conozca, para que la información se conozca y se difunda, o sea, no tiene sentido que esté guardada”.
Esta convicción de que el libro es un bien público que debe circular ha sido la fuerza motriz de la Biblioteca Avellaneda.
La Biblioteca ha recibido donaciones de hasta 1.500 libros. Desde la institución se destaca que el libro debe circular.
Reinventarse ante los desafíos
La biblioteca ha enfrentado momentos de transformación, particularmente durante el “boom” de la llegada de internet (alrededor de 2002 y 2013), donde se notaron “vacíos” y la competencia de otras actividades culturales y deportivas en Esquel. Estos desafíos obligaron a la institución a reinventarse.
La directora Ochoa enfatiza la filosofía de servicio que adoptaron: “Es un servicio y como tal se tiene que vender. Entonces, si vos no haces algo atractivo, si no generas espacio, no generas encuentros...”.
Para superar la brecha digital, la biblioteca implementa activamente un programa de alfabetización informacional con las escuelas, enseñando a buscar y evaluar información en la web. Además, realiza tareas de extensión como el Taller de Mapuzungún, apoyo a adultos mayores que terminan el secundario, y la organización de la Feria del Libro Municipal.
A pesar de contar con un personal reducido (solo dos personas con formación bibliotecaria), lo que obliga al equipo a abarcar seis ejes de trabajo, el compromiso de la biblioteca con la comunidad se mantiene firme. Actualmente, están trabajando para habilitar un catálogo en línea, un proyecto que permitirá que esta rica colección adquiera la visibilidad que merece, no solo en Esquel sino a nivel global.
El esfuerzo constante por conservar su vasto tesoro documental y adaptarse a los nuevos tiempos, manteniendo siempre viva la llama de la lectura y el encuentro, asegura que la Biblioteca Pública Municipal Nicolás Avellaneda siga siendo un pilar fundamental en la identidad y la historia de Esquel.
Lic. Flores, Maira.