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15 de Noviembre de 2025
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Nilda “Titina” Chemín: solidaridad en modo infinito.

Entre Esquel y el Lago Futalaufquen, convirtió el “estoy para lo que necesites” en una forma de vida.

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Una vida de servicio a la comunidad que se teje entre los Arrayanes y las cooperadoras escolares, conocida por muchos como “Titina”, Nilda Chemín es hoy el rostro de la ayuda mutua en la Comarca Andina.

 

 

“Titina” Chemín nació en la zona del Río Arrayanes en el P.N Los Alerces.

Nilda Chemín, nacida en el Lago Futalaufquen, lleva consigo el arraigo de una vida dedicada al servicio de la comunidad, primero en su tierra natal y luego en Esquel. Sus primeros años, hasta los 13 o 14, transcurrieron en el Parque Nacional, viviendo seis años en el río Arrayanes junto a sus abuelos y su madre. Fue en la Escuela 25 del Futalaufquen donde completó sus estudios primarios antes de trasladarse a Esquel para continuar con el secundario. Aunque en su residencia permanente se mudó, Nilda mantuvo una conexión constante con Futalaufquen, visitando a su tío Amadeo cada 15 días y todos los veranos.

 

 


Nilda mantiene aún hoy una conexión constante con el Lago Futalaufquen y colabora solidariamente con “su lugar”.

 

 

Más allá de la Renta: 38 años de labor

 

La necesidad económica impulsó a Nilda a comenzar a trabajar a los 16 años, mientras  cursaba el tercer año de la secundaria. A partir de ese momento, no dejó de trabajar hasta su jubilación en 2012. Su trayectoria profesional incluye 38 años en la Municipalidad de Esquel, desempeñándose específicamente en la Dirección de Renta, siempre ligada a las recaudaciones.

 

Tras enviudar hace más de cuatro años, Nilda se apoya en una “hermosa familia”, conformada por tres hijos, tres nietos, y nueras y yernos que la sostienen. Sus hijos y nietos conocen y acompañan su dedicación, incluso riéndose cuando ella aparece “otra vez en el diario o en la radio”.

 

 

Nilda sostiene que es su “hermosa familia”, quienes la acompañan y apoyan en su trabajo solidario.

 

 

 

El trabajo de Cooperadora: un compromiso inagotable

 

Antes de su jubilación en el municipio, el verdadero llamado al servicio de Nilda se gestó en las aulas. Cuando sus hijos ingresaron a la escuela primaria (en ese momento la Escuela Normal, hoy 205), ella comenzó su larga labor en las cooperadoras escolares.

 

El impacto de su compromiso fue inmediato. En la Escuela Normal, logró junto a un grupo de gente construir el inmenso cerco perimetral (de cuatro cuadras) que la escuela no tenía.

 

Posteriormente, su dedicación la llevó a la cooperadora de la Escuela Politécnica (durante unos cinco años) y luego a la Escuela 8, donde permaneció casi cinco años a pesar de que su hija solo cursó tres.

 

Un legado en Futalaufquen

 

El servicio solidario de Nilda también se dirige al lugar donde nació. Su vínculo con el cementerio del Parque Nacional se consolidó tras el fallecimiento de su tío Amadeo en 2012. Amadeo solía ir dos veces al año a limpiar la tumba de sus abuelos. Nilda sintió que era un “legado” continuar esa tarea, no solo por sus abuelos, sino por los tíos, primos y compañeros de primaria allí sepultados.

 

Cuando Chemín asumió este desafío, el cementerio se encontraba en estado de abandono: el cerco perimetral estaba roto, entraban animales, y estaba lleno de maleza. A pesar de que la comisión que armó se ha ido “desencantando”, Nilda persiste con dos o tres colaboradoras, tratando de mantenerlo limpio y cuidado, motivada por la convicción de que “no podemos abandonar a nuestros ancestros”.

 

“La Señora de la Cooperadora”

 

La culminación de su trabajo voluntario en las escuelas llegó a finales de 2012, cuando se incorporó a la Cooperadora del Hospital de Esquel, un espacio en el que sigue activa hoy en día.

 

Nilda Chemín enfatiza que el trabajo solidario “llena el alma” y que el reconocimiento que recibe no es material, sino que proviene de la sonrisa de quienes reciben un servicio o del agradecimiento de los profesionales.

 

Como integrante de la Tesorería, Nilda recalca la “mucha responsabilidad” de su rol, ya que el dinero pertenece a los socios y donantes. Su objetivo y el de las 18 integrantes de la cooperadora es ayudar “en lo macro y en lo micro” con necesidades y urgencias, demostrando que al involucrarse y con la ayuda de la comunidad, “muchas cosas se pueden lograr”.

 

Una de las experiencias más maravillosas para Nilda fue entregar, el año pasado, un equipo en oftalmología. Escuchar a los profesionales expresar que nunca pensaron tener ese equipamiento en el hospital “gratifica y dignifica también”.

 

El compromiso de Nilda es tal, que sus hijos bromean con que si antes era reconocida como “la señora de la municipalidad”, ahora es conocida por la gente como “la señora de la cooperadora”. Ella cree que este reconocimiento se debe a que su trabajo es “muy, muy loable”.

 

Para Nilda, el desafío es “seguir estando activa para seguir disfrutando, familia, amigos y para seguir siendo útil a los demás”. Ella recomienda a todos: “trabajen para otros y se van a dar cuenta que a veces nos quejamos de cosas muy simples y hay cosas mucho más complicadas y podemos, siendo solidarios, podemos resolverlas”.

 

 

Lic. Maira Flores.

 

 

 

 


 

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