Un único donante de esperma, portador de una mutación genética rara asociada a un alto riesgo de cáncer, concibió al menos 197 niños en distintos países del continente. Algunos de esos menores ya murieron por enfermedades oncológicas, según confirmaron médicos y medios públicos que participaron del trabajo.
El hombre, que no presentaba síntomas y llevaba una vida normal, desconocía que era portador de una alteración en el gen TP53, vinculada al síndrome de Li-Fraumeni. Esa condición incrementa de forma marcada la probabilidad de desarrollar distintos tipos de cáncer a lo largo de la vida.
La mutación no fue detectada antes de que realizara sus donaciones, que se concentraron en un banco privado de esperma con sede en Dinamarca.
El gen TP53 cumple un rol central en la protección contra tumores, ya que participa en el control del crecimiento celular. Cuando presenta una mutación, el riesgo de desarrollar cáncer se eleva de manera considerable. Las personas portadoras del síndrome de Li-Fraumeni enfrentan una probabilidad cercana al 90 % de padecer al menos un cáncer antes de los 60 años, con una incidencia elevada incluso durante la infancia y la adolescencia.
El caso comenzó a tomar dimensión pública meses atrás, cuando se informó que el donante había concebido al menos 67 niños en ocho países. Sin embargo, una investigación más amplia, basada en pedidos de acceso a información y entrevistas con profesionales de la salud y familias afectadas, permitió reconstruir un panorama mucho más extenso. El esperma fue distribuido a 67 clínicas en 14 países europeos, lo que elevó la cifra conocida a casi 200 nacimientos.
Los especialistas advierten que el número real podría ser mayor. No todos los países involucrados entregaron datos completos y existen lagunas en los registros, en especial en sistemas privados de reproducción asistida.
La dimensión clínica del caso quedó en evidencia durante una presentación científica realizada en mayo, en el marco de la conferencia anual de la Sociedad Europea de Genética Humana. Allí, una investigadora francesa detalló que, entre los primeros menores identificados, al menos diez ya habían recibido diagnósticos oncológicos, entre ellos tumores cerebrales y linfomas. Otros portaban la mutación genética, aunque sin manifestaciones clínicas al momento del relevamiento.
Los niños que heredaron la alteración deberán someterse a controles médicos periódicos durante toda su vida. El seguimiento incluye estudios por imágenes y evaluaciones clínicas frecuentes, con el objetivo de detectar tumores en etapas tempranas. Además, cada uno de ellos tiene un 50 % de probabilidades de transmitir la mutación a sus propios hijos.
Desde el ámbito académico, genetistas especializados remarcaron el impacto emocional del diagnóstico. El síndrome de Li-Fraumeni representa un escenario devastador para las familias, ya que combina la incertidumbre permanente con decisiones médicas complejas desde edades muy tempranas.
El banco de esperma involucrado expresó su preocupación por el impacto del caso y manifestó su apoyo a las familias afectadas. La empresa aseguró que aplica evaluaciones médicas acordes con la legislación vigente y con estándares científicos reconocidos, aunque reconoció la complejidad del marco normativo europeo.
El eje del debate gira en torno a los límites permitidos para un mismo donante. En varios países, la cantidad de nacimientos por donación no tiene un tope estricto o presenta diferencias sustanciales según la jurisdicción. La ausencia de reglas uniformes permitió que un solo donante alcanzara una difusión genética inédita, con consecuencias que hoy resultan imposibles de revertir.