En las primeras décadas del siglo XX, cuando la fisonomía de la cordillera chubutense era aún un boceto de adobe y sueños, surgió la figura de un hombre cuyo espíritu industrioso y visión de futuro transformarían para siempre el paisaje urbano de Esquel. Ervedo Rossi no solo levantó paredes; cimentó el destino de una comunidad que aprendía a caminar entre montañas.
Brindis por la inauguración de monolito, cuya maqueta está en la mesa. En el primer plano a la izquierda, Ervedo Rossi.
Nacido el 25 de septiembre de 1881 en San Leo, Italia, Rossi desembarcó en tierras argentinas cerca del año 1900, inicialmente contratado para construir viviendas en Comodoro Rivadavia. Sin embargo, el aire cordillerano lo atrajo definitivamente hacia Esquel en 1906, donde se asentó para convertirse en uno de esos pioneros cuya historia personal se funde con la de la región misma.
Un constructor de sueños y realidades
Rossi fue el protagonista y testigo del cambio fundamental en la edificación local: la transición del precario adobe al ladrillo y, posteriormente, al cemento. Su mano experta no discriminaba entre clases sociales, construyendo con igual dedicación las viviendas de la “gente modesta” y las de la clase pudiente de la época.
Su legado más visible y simbólico se erige en la intersección de las avenidas Fontana y Ameghino: el icónico Monolito de Esquel. Inaugurado el 25 de noviembre de 1935 para celebrar el cincuentenario de la llegada de “Los Rifleros del Chubut”, este monumento no es solo un bloque de cemento, sino el testamento técnico y emocional de un maestro constructor hacia su tierra adoptiva.
Su legado más visible y simbólico: el Monolito de Esquel. Inaugurado el 25 de noviembre de 1935.
Un hombre de mil oficios
La versatilidad de Rossi parecía no tener límites. Fue un pionero industrial que instaló en la calle Darwin la primera fábrica de mosaicos de la ciudad en 1932, abasteciendo incluso a localidades como Río Pico y Comodoro Rivadavia. Pero su curiosidad lo llevó más allá de la construcción: fue panadero, sodero, propietario de una calera y hasta un audaz cervecero. Bajo el nombre de “La Ítalo Argentina”, produjo cerveza artesanal con maquinaria importada directamente de Alemania, un emprendimiento que, aunque truncado por vaivenes financieros, demostró su inquebrantable voluntad de innovar.
Bajo el nombre de “La Ítalo Argentina”, produjo cerveza artesanal con maquinaria importada directamente de Alemania.
Antes de que existiera el sistema de red hídrica, Rossi era también el “hombre del agua”. Su habilidad para perforar pozos surgentes a gran profundidad permitió que los primeros comercios e instituciones de Esquel funcionaran de manera autónoma.
Vida pública y familiar
Su honradez y carácter laborioso le ganaron el respeto profundo de sus vecinos, quienes lo llevaron a integrar el primer cuerpo de concejales y, eventualmente, a ocupar el cargo de Intendente de Esquel. En el ámbito privado, formó junto a Rosa Poblete una familia monumental de dieciséis hijos; un testimonio de su arraigo fue que su séptimo hijo varón, Hugo Marcelo, fue apadrinado por el entonces presidente Marcelo T. de Alvear.
Ervedo Rossi falleció en 1942 en Buenos Aires, pero su nombre permanece grabado en los ladrillos de la Gobernación en Rawson, en las iglesias que ayudó a elevar y en cada mosaico que los habitantes de la cordillera pisan a diario. Su vida fue la de un visionario que, entre el Ford T en el que viajaba a buscar gas y su convicción mística de que el Nahuelpan escondía oro, nunca dejó de soñar con una ciudad más sólida y próspera.
Fuentes:
• Fragmento del libro “Esquel-100 años/Crónicas del primer centenario”. Pág. 75-77.