(Por Carlos “el Chavo” Ortiz). - Una pena. Recién caigo que no lo ví en la inauguración del césped sintético de Independiente Deportivo. Claro, estaba enfermo. No sabía nada en ese momento. Recién caigo. Un gran tipo, bonachón, de esos seres humanos grandotes que tenían la cara de ogro, pero que a los dos minutos uno se daba cuenta que era una gran persona.
De Independiente de Esquel hasta la médula, pero compartía su corazón con San Lorenzo de Almagro.
Predispuesto a dar una mano a quien lo necesite. El kiosco de Alvear y Roca era una especie de sede social, de lugar de encuentro, de refugio. Es que Independiente nada tenía, solo los colores y ese refugio.
Rondas de mates y mirar partidos por la tele. Ahí en el quiosco, con el “Pulga” Procópi, con el “Negrito” Ponce, a veces aparecía “Cucho” Fernández, otras veces el “Negrito” Ayala y también el colombiano Jesús Torregrosa. Casi todos los días, sobre todo los fines de semana.
Cuando se mudó al kiosco de Hóldich y Rivadavia, muy poco lo llegué a ver. Ya no era lo mismo. Independiente ya tenía su gimnasio. Pero el recuerdo de esas reuniones, quedaron en mi alma marcados a fuego, momentos indelebles.
Tiempos que no volverán, momentos que voy a extrañar. Horacio estará ahora con los “Pioneros del 30”, con el “Lelo” Fernández y con el “Negrito” Ponce. Una pena. Una gran pérdida. Inmenso abrazo a su familia.