Este miércoles, la Cámara de Diputados de la Nación discutirá una propuesta que podría tener un fuerte impacto en la vida cotidiana: modificar el huso horario oficial de Argentina, trasladándolo al GMT -4. Esto implicaría atrasar una hora el reloj en todo el país, volviendo al horario que rigió durante buena parte del siglo XX.
La iniciativa es impulsada por el diputado Julio Cobos (Mendoza) y forma parte de los temas centrales de la jornada legislativa. Según el proyecto, el cambio busca mejorar el aprovechamiento de la luz natural, reduciendo el uso de energía eléctrica para iluminación en hogares, comercios y espacios públicos.
Actualmente, el huso horario argentino está establecido en GMT -3, una modificación que se implementó en 1969 tras años de ajustes estacionales. El nuevo planteo apunta a corregir lo que sus impulsores llaman un “desfasaje histórico” entre el horario legal y el solar, lo que generaría gastos energéticos innecesarios y desorden social.
Cobos ha defendido el proyecto desde abril a través de publicaciones en la red social X (antes Twitter), señalando que un ajuste permitiría reordenar rutinas laborales, escolares y sociales de forma más natural.
Entre los argumentos técnicos se destaca el informe de Andrea Pattini, directora del Instituto de Ambiente, Hábitat y Energía (INAHE – CONICET Mendoza), quien sostiene que un huso horario mal alineado con el ciclo solar incrementa el consumo energético, especialmente en las tardes, cuando se recurre más a la luz artificial.
Si el Congreso aprueba el proyecto, el cambio se reflejará de forma inmediata en la rutina diaria de millones de personas: se modificarán horarios escolares, laborales, de transporte y servicios públicos. Aunque los primeros días podrían generar incomodidad, experiencias internacionales indican que la adaptación suele ser rápida y efectiva, y los beneficios energéticos visibles en el mediano plazo.
La sesión legislativa de este miércoles será clave para definir si Argentina vuelve a su horario original. Mientras tanto, el debate se instala con fuerza en la agenda pública, en medio de un contexto internacional marcado por la suba global de los precios de la energía.
R.G.