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Día Internacional de la Mujer Indígena: La fuerza de las tejedoras mapuche

En el Día Internacional de la Mujer Indígena, Catalina Ayllapán, tejedora mapuche de Lago Rosario, comparte su historia de lucha, saberes ancestrales y trabajo artesanal como legado de su madre y su pueblo.

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Este 5 de septiembre se conmemora el Día Internacional de la Mujer Indígena, una fecha instaurada en 1983 en homenaje a Bartolina Sisa, la heroína aymara brutalmente asesinada por el ejército español en 1782, tras liderar una rebelión contra la colonización junto a su esposo, Túpac Katari. Desde entonces, la fecha se transformó en un símbolo de lucha, memoria y reconocimiento a las mujeres indígenas que, a lo largo de la historia, defendieron sus territorios, sus culturas y su forma de vida.

 

Una de esas mujeres es Catalina Ayllapán, tejedora mapuche de Lago Rosario, en Chubut, quien amablemente recibió a Lelia Castro, de Red43, para compartir —micrófono abierto y rueca en mano— su historia de vida tejida en hilo y memoria.

 

 

Catalina, el tejido como herencia y sustento

 

Yo aprendí a hilar a los 13, y a tejer a los 17. Mi mamá me enseñó. Ella vivía de esto, y yo también seguí con eso. Hoy, todavía tejo. Es una ayuda para uno, porque siempre hay alguien que encarga algo”, cuenta Catalina en el video que acompaña esta nota. Su voz, pausada y firme, entrelaza la historia familiar con el presente cotidiano de cientos de mujeres artesanas que viven del hilado y el telar.

 

Habla de encargos, de clientes que valoran su trabajo (muchos de ellos de otras provincias) y de otros que no comprenden el precio justo del oficio: “Los tejidos grandes dicen que son caros, pero es mucho trabajo. Todo lo hago yo: torcer, madejar, lavar, volver a hilar, y después armar el telar”, contó. El conocimiento técnico que despliega no está aprendido en manuales, sino transmitido entre generaciones de mujeres.

 

 

Un trabajo que no se interrumpe

 

Catalina no se detiene. Dice que si no hay pedidos grandes, hace tejidos pequeños, pero siempre produce. Su rutina transcurre entre la casita artesana de Lago Rosario (donde trabaja todos los fines de semana y feriados) y su propia casa. “Ahí me encuentran seguro, sábado y domingo”, dice, dejando claro que la constancia es parte del legado.

 

Y mientras sus manos trabajan, la memoria también se activa. “Todo el tiempo me acuerdo de mi mamá. Cuando hilo, cuando lavo el hilo, cuando madejo… siempre me acuerdo que ella me enseñó. Si no fuera por ella, no hubiéramos aprendido nada”, reflexiona con orgullo y gratitud.

 

Tejer, resistir, existir

 

En Catalina se encarna la fuerza silenciosa de muchas otras mujeres indígenas que, a través del arte textil, sostienen hogares, preservan conocimientos y defienden identidades. Su trabajo es una fuente de ingresos, pero, sobre todo, un acto político y cultural: cada matra, faja o poncho que sale de sus manos lleva impreso un pedazo de historia colectiva.

 

En esta jornada, el recuerdo de Bartolina Sisa no solo revive en los discursos o en las efemérides. Vive en la lucha diaria de mujeres como Catalina, que desde su territorio siguen enfrentando desigualdades, invisibilización y precariedad. Pero también, como Bartolina, siguen de pie, con la dignidad tejida en sus raíces.

 

 

 

O.P

 

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