10 de Noviembre de 2019
opinion |
Marcelina Angiorama - Lic. en Ciencia Politica y Profesora de Historia

Educación, otra grieta: "La educación pública se defiende en las aulas, no cerrando escuelas"

El conflicto comenzará su semana número 17. Mientras tanto, los chicos siguen sin clases.

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La Educación, es uno de los atributos de todo pueblo que pretenda un futuro, y solo los déspotas y tiranos sostienen la ignorancia de la gente, para más fácilmente abusar de sus derechos.

 

En la República Argentina aprender es un derecho. El artículo 14 de la Constitución Nacional así lo garantiza: “Todos los habitantes de la Nación gozan de los siguientes derechos conforme a las leyes que reglamentan su ejercicio; a saber: de trabajar y ejercer toda industria lícita; de navegar y comerciar; de peticionar a las autoridades; de entrar, permanecer, transitar y salir del territorio argentino; de publicar sus ideas por la prensa sin censura previa; de usar y disponer de su propiedad; de asociarse con fines útiles; de profesar libremente su culto; de enseñar y de aprender”.

 

El conflicto que estamos atravesando en Chubut, en Educación sigue sumando días y semanas, estamos transitando un espiral donde se perdió la sensatez y la intolerancia le ha ganado a la reflexión.

 

Durante estos más de 100 días hemos visto como se quemaban edificios públicos, cortes de rutas, toma de edificios públicos, el descontrol que reina  ante los reclamos y los dirigentes que en vez de calmar los ánimos le ponen combustible al fuego. A esto se suma la falta de conducción política por parte del Gobierno tomando decisiones sobre las que luego da marcha atrás.

 

En este contexto, además nos encontramos muchas personas que no compartimos las formas en que se está llevando adelante. No nos permiten trabajar, dar clase, ni poder expresarnos libremente. Existiendo aprietes, amenazas, escraches SOLO POR PENSAR DIFERENTE, y decirlo. Claramente hay quienes se encuentran en el medio de estas posturas, quienes se dejan llevar por la fuerza de la ola.

 

Los estudiantes no han vuelto a las escuelas desde el final de las vacaciones de invierno. Hemos peleado para que mantengan las escuelas abiertas y poder dar clases, porque pensamos que la EDUCACION PUBLICA SE DEFIENDE EN LAS AULAS, NO CERRANDO LAS ESCUELAS.

 

La escuela es una caja de resonancia de nuestra realidad, que se encuentra atravesada por el cambio en los valores, por el crecimiento de la desigualdad social, por la falta de un diálogo social y de convivencia pacífica comunitaria y por un esquema lamentable y hasta perverso en que se ha convertido el sistema educativo, incluyendo los funcionarios que forman parte de él.

 

La Intolerancia ha llevado a niveles tan alto de agresión y de violencia que terminamos enfrentados, peleándonos entre nosotros, aquellos que tienen Funciones de Gestión y de Decisión no cumplen con sus responsabilidades. Un claro ejemplo fue lo que pasó con los Directivos de las Escuelas que entregaron las llaves de las escuelas a su cargo a Supervisión de Escuelas. ¿es solo un acto simbólico o puede interpretarse como una expresa confesión de no estar a la altura para llevar adelante sus funciones?  Se reclama al Gobierno que cumpla con lo prometido, pero como FUNCIONARIOS PÚBLICOS son los primeros en desconocer o pisotear las normativas:  leyes, reglamentos y demás directivas que los alcanzan. Si son incapaces de llevar adelante esa RESPONSABILIDAD que renuncien y dejen que otros puedan llevar adelante esa labor.

 

 Y en esta vorágine y caos, ¿quién piensa en los chicos? Nadie, los chicos ven la grieta que hay entre los adultos, la demagogia con que se manejan con ellos haciéndoles creer que esta lucha es por ellos y lo único que se está haciendo, es contribuir a nuevas generaciones vulnerables, con dificultades en la alfabetización, desprovistos   de habilidades para   poder defender ideas, porque no están recibiendo   los elementos para poder hacerlo se les provoca frustraciones.

 

La desigualdad y la injusticia en los aprendizajes es mayúscula y los resultados generales de los alumnos evidencian definitivamente muy baja calidad en su educación.  Quienes quieren volcarse a la educación superior, se encuentran en dificultades para cumplir con sus sueños de estudiar en la Universidad o en Institutos terciarios y quienes pretenden volcarse a un acotado y complejo mundo laboral, también se encuentran en serias dificultades para  conseguir un trabajo o pelear por un futuro mejor.

 

Todos hablamos de la defensa de la educación pública. El uso de la educación como bandera política no es nuevo, pero desde el año pasado en nuestra provincia se vive con desesperación la falta de lugar en las escuelas privadas o de gestión privada, porque las familias le huyen a los paros, a la falta de clases y el discontinuo aprendizaje   y así se ha instalado en la mentalidad de la población el desgaste de la calidad educativa pública.

 

Saldar esta deuda requiere de una sociedad que levante la voz y reclame que se cumplan con las leyes, responsabilidades y se tomen medidas con aquellos que no cumplan con sus responsabilidades, a partir de allí las cosas cambiarían. Tomo las palabras de Alieto Guadagni, Miembro de la Academia Nacional de Educación,” Es como pretender correr una maratón de 42 kilómetros sin entrenar, y la verdad es que se está frustrando el futuro de los chicos”

 

Todo esto se da en un contexto de inequidad en el cual las poblaciones más afectadas son las más vulnerables y donde, a su vez, el tiempo de clase es insuficiente y muchas escuelas carecen de las condiciones mínimas para desempeñarse adecuadamente presentando problemas de infraestructura y carencia de materiales didácticos.

 

Deberíamos estar trabajando en ver como subsanar esta crisis directa para con los grupos más vulnerables que son los CHICOS. Los que egresan de 6 año de la Primaria, e inician su recorrido en   la escolaridad Secundaria y los que culminarán sus estudios secundarios.

 

El estado es un gran ausente en este conflicto, una autonomía escolar casi ilimitada y mínimos mecanismos de rendición de cuentas y de acompañamiento desde los niveles de gestión intermedia y central, así como la falta de estándares docentes y condiciones laborales agravadas por una coyuntura de recorte presupuestario en un contexto inflacionario, son la carta de presentación del estado para con todos y cada uno de los ciudadanos de nuestra provincia.

 

El gran dilema en este contexto, es cuál es la salida a un laberinto que se ha entrecruzado por diferentes actores y contextos, intencionalidades e intereses, liderazgos impuestos y silencios   naturalizados.

 

Familias trabajadoras y desocupadas son quienes padecen además de las crisis socio políticas, el impacto de escuelas disfuncionales. De estudiantes sin estudiar.  Quién tiene los recursos, ya ha encontrado la alternativa al conflicto:  escuela en casa, escuelas privadas, cambio de localidad. Pero esto no es en favor de la igualdad.

 

Quizás alguien vislumbre una salida. Pero claramente, lo que no se resignará de ninguna manera es el resquebrajamiento de los sistemas democráticos, que no son potestad de unos pocos, sino de todos y cada uno.

 

Los derechos constitucionales conllevan obligaciones. Y este es el punto. Un estado de derecho auténtico debe atender estas cuestiones porque si lo hace, seguramente la equidad, sería uno de sus logros. Y las brechas de desigualdad realmente podrían comenzar a achicarse no solo en discursos sino en hechos.

 

 

Marcelina I. Angiorama

 

 Lic. en Ciencia Politica

 

Profesora de Historia

 

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