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En un partido increíble San Martín fue más prócer que Belgrano

El elenco del barrio Badén jugará la final ante Fontana de Trevelin

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Hace muchos años que no se vivía un clásico como el de esta tarde. Hace rato que en la Liga Local no se veía un partido como el que ocurrió en la jornada de hoy. El encuentro de esta tarde tuvo de todo, como se juega un verdadero clásico. Con dientes apretados y con buen juego, con mucho de polémica y con goles increíbles.

 

Con cargadas al rival y a los pocos minutos el desazón. La algarabía y el llanto. La bronca y la incredulidad. El creerse ganador y al instante salir derrotado.

 

Todo en un partido y encima los penales, que también tuvieron su película de suspenso.  

 

 

San Martín de Esquel eliminó en semifinales a Belgrano en su propio reducto del barrio Buenos Aires. Lo hizo en la definición por tiros desde el punto penal, luego de que el partido terminara igualado en tres tantos por bando.

 

Y los seis goles fueron todos en la etapa complementaria de un partido por demás increíble.

 

Un primer tiempo que se jugó con los dientes apretados y con mucho de pierna fuerte. Con mucho de agresión y con poco o casi nada de juego.

 

Es que hablando de juego, había mucho en juego. Nada más y nada menos que un pase a la final.

 

 

La polémica se instaló en el barrio Buenos Aires. Un partido muy hablado y con mucho de pierna fuerte. Con mucho de taekowndo y nada de pureza. Con mucho de “truco y el cantar quiero retruco” con el puño pegando fuerte sobre la mesa y con nada de caños y gambeta.

 

Con mucho de querer ser el más “taita” de Esquel. A lo guapo. Con la viveza, con la picardía, con el sacar provecho y con el hablarle a los árbitros.

 

Y con el paso de los minutos, el partido entró en una ebullición tal que con cualquier chispa todo iba a explotar.

 

Una pelota que cayó en el área de Milton Mora. Lo chocan en el área chica, se defiende. Un jugador de San Martín en el piso “y piña va piña viene los muchachos se entretienen”.

 

A Carlos Canio no le quedó otra que sacar tarjeta roja y todo en el primer tiempo. Milton Mora y Blas Capobianco se fueron a las duchas, Gustavo Guarda resignó a Franco Chico quien batallaba en el medio de la cancha por el arquero suplente Nacho Walsh.

 

 

Y además el asistente de Sebastián Garat, quien vaya uno a saber “si quiso separar o acomodar un cortito” también vio la tarjeta roja.

 

Y el segundo tiempo fue otra película. De un juego impensado y de resultado cambiante. Gastón López puso en ventaja a Belgrano, pero esa ventaja se esfumó tras el empate de Lucas Galarza.

 

Y San Martín lo dio vuelta con Joel García y Belgrano lo dio recontra vuelta con el “cote” Baldevenito y con tanto de Maxi González, en el último respiro del partido.

 

O mejor dicho en el penúltimo respiro, porque en la jugada siguiente Diego Reynacul (que todavía juega y encima mete goles claves) empató el partido en un partido increíble.

 

 

Hasta que llegaron los penales. Todos convertidos. De un lado y del otro. Hasta que en el sexto disparo de Belgrano el travesaño le dijo que no a Maxi González. Hasta que en el sexto disparo de San Martín, Nico Silva conquistara el gol para la finalísima.

 

El gol que hizo delirar a todo un barrio, en este caso al barrio Badén porque no solo son finalistas, sino que dejaron a Belgrano con las manos vacías en su propia casa. Y para San Martín, eso no tiene precio.

 

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