- Por Lelia Castro -
La basílica Nuestra Señora de Itatí es quizás el monumento más representativo de esa localidad, y uno de los más espléndidos del continente. Construida a partir de 1838 por Alfredo Gibellini, quien le imprimió un estilo renacentista, recién en 1950 pudo abrir sus puertas para que miles de fieles de todas partes del país pudieran venerar a su querida Virgen de Itatí.
“Lo que tiene la Virgen es que es muy milagrosa: siempre que llega la gente acá es para agradecer la intercesión de ella”.
Esta espectacular construcción tiene aproximadamente 80 metros de altura y 63 de diámetro, y una capacidad para albergar alrededor de 9000 personas en su interior. La cúspide de la basílica está coronada por una imagen de la Virgen hecha en cobre que bendice todo su alrededor. La capilla que previamente funcionaba como santuario de la virgen de Itatí todavía se mantiene a un costado de la misma. Hoy en día se la reconoce como un Museo Sacro.
“La basílica brinda también un acceso a sus terrazas donde todos los visitantes pueden acceder a una vista panorámica de lo que es el pueblo, también a la izquierda se ve lo que es río Paraná y la hermana República de Paraguay. Es una vista muy linda”.
Valeria Galeano, profesora de Historia y de Geografía, habitante de Itatí y coordinadora del Museo de Sitio “Casa Güerí-Vallejos”, nos cuenta que para la construcción de la basílica todos los materiales provinieron de Buenos Aires, por lo que se utilizaron grúas y barcos: “un movimiento importante para la época”.
“Este constituye lo que es el séptimo templo de la Virgen, empezando por aquel seguramente chiquito oratorio que tuvo en Tabacué. A medida que se fue acrecentando la fama de milagrosa necesitaron construir un templo más acorde para la cantidad de fieles que también fue en aumento”.
La imagen de la Virgen de Itatí es considerada la más antigua de las vírgenes criollas. Se cree que esta imagen fue llevada por el misionero franciscano Fray Luis de Bolaños a una reducción guaraní que comenzó a venerarla. Sin embargo, es robada por otra tribu y posteriormente hallada sobre una piedra a orillas del río Paraná. Esta historia se repite porque la imagen desaparece en varias oportunidades pero siempre es hallada sobre la misma piedra junto al río. A partir de este momento se resuelve trasladar a la reducción guaraní a ese lugar, “porque así lo quiere María”, y nombrarlo Itatí.
“Fray Luis de Bolaños fue un franciscano que fundó Itatí un 7 de diciembre de 1615. No precisamente en la ubicación actual, sino en un lugar que hoy en día se llama Tabacué, y con el correr del tiempo Itatí se sitúa donde está actualmente. Los no creyentes dicen que fue porque Tabacué era una zona inundable, pero para nosotros los creyentes es la voluntad de la Virgen el actual emplazamiento de nuestra localidad”.
Sus fieles creen que el hueco que hay entre las manos de la Virgen de Itatí tiene el tamaño justo de nuestro corazón. De esta manera, consideran que entre sus manos hay lugar para nuestras alegrías, penas y miserias. Esto, y sus milagros, explican que cada 16 de julio miles de peregrinos se congreguen en su basílica para rendirle culto.
“La localidad de Itatí tiene un trasfondo religioso. Toda la gente que viene a Itatí siempre busca más un turismo de tipo religioso, aunque también trabajemos otros temas”.
Frente al templo de Nuestra Señora de Itatí se encuentra la plaza principal y, a pocos metros, el lugar de trabajo de Valeria. Aunque ella reconoce que Itatí es principalmente conocida por el mito religioso, también nos cuenta sobre la rica historia que subyace y que entrecruza a los pueblos originarios y a los españoles.
“Acá se conserva mucho el guaraní, de hecho Itatí es una palabra guaraní que tiene distintos significados. Se la traduce como ‘piedras blancas’, como ‘punta de piedra’, o como ‘naríz de piedra’. Por ejemplo, acá en el Museo se hicieron talleres de lengua guaraní”.
El Museo de Sitio “Casa Güerí-Vallejos” se ubica en la que otrora fuera la casa de Don Juan Antonio Güerí, un cabildante indígena, comandante militar, juez de paz y diputado constitucional de Corrientes cuando se sancionó su Constitución en 1821. El establecimiento cuenta con una gran variedad de piezas entre las que se destaca un “japepó” que funcionaba como urna funeraria, morteros y cerámicas que datan de la fundación de Itatí en 1615, hasta la espada del teniente coronel Manuel Antonio Vallejos.
“El ‘japepó’ viene del guaraní y se traduce como ‘olla’, y lo que nos cuentan es que al ser los guaraníes de la zona una comunidad muy unida, se cocinaba en esos ‘japepó’ y se compartía. Pero también el ‘japepó’ podía tener una doble función que era la de una urna funeraria en donde los guaraníes eran enterrados en posición fetal, es decir, la posición en la que todos estuvimos en la panza de nuestra mamá”.
Valeria nos cuenta que la casa que hoy en día alberga al Museo data de fines del siglo XVIII y es netamente hispano-indígena. Además, esta construcción aún se sostiene por la misma materia prima de ese entonces: adobe, piedras traídas del río, ladrillos fabricados en Itatí en esa época. Incluso resiste el paso del tiempo un gran fresco en una de sus paredes que representa la vida de los guaraníes de la zona. Las piezas del Museo, señala Valeria, son producto de hallazgos o de donaciones que los propios itateños han hecho para lograr así preservar algo de su cultura.
Al terminar nuestra charla, Valeria nos subraya que los habitantes de Itatí cuentan con el aporte tanto de los pueblos originarios como de los españoles, por eso es imprescindible conservar las costumbres de ambos. Y, en este sentido, el Museo en el que trabaja cumple un rol fundamental. Conocedora del trabajo de conservación que se hace en Esquel respecto a la alfarería señala que le gustaría imitarlo, y así poder apreciar la riqueza del lugar en su totalidad.
Agradecemos a Valeria Galeano por brindarnos su tiempo y su sabiduría con tanta amabilidad, también por permitirnos recorrer las instalaciones del Museo de Sitio “Casa Güerí-Vallejos” y de la basílica de Nuestra Señora de Itatí.
“Si bien el idioma se mantiene, hay muchas cosas que se perdieron y me gustaría poder recuperarlas, para de esa forma poder estar orgullosos de nuestras raíces y de dónde venimos, para valorar realmente las cosas”.