En una operación tan llamativa como inesperada, el empresario de Comodoro Rivadavia, José Perrucio, adquirió la vajilla y el juego de té utilizados por Yiya Murano, la mujer que se convirtió en uno de los nombres más oscuros y célebres de la crónica policial argentina tras envenenar con cianuro a tres de sus amigas a fines de los años 70. La compra se concretó recientemente en una escribanía, directamente entre Perrucio y Martín Murano, hijo de la tristemente famosa “Envenenadora de Monserrat”.
La vajilla —convertida en una pieza de alto valor simbólico y cargada de la historia que la rodea— había sido ofrecida por Martín Murano en una subasta pública en 2023. En aquel momento, llegó a recibir ofertas de hasta 10.000 dólares, según él mismo declaró. El dinero, aseguró entonces, sería destinado a una institución dedicada al rescate y cuidado de perros y gatos callejeros. La subasta finalmente no se concretó, pero la pieza siguió circulando entre curiosos, coleccionistas y fanáticos de los casos policiales argentinos, hasta llegar ahora a manos de Perrucio.
Para el empresario comodorense, esta adquisición vuelve a colocarlo en el foco mediático nacional, tal como ocurrió en la década del 90, cuando compró en una subasta fiscal un Mercedes Benz que había pertenecido a Susana Giménez. En aquel entonces, el vehículo estaba envuelto en una polémica por una presunta importación fraudulenta. Lejos de guardar el auto como un objeto de colección, Perrucio decidió sortearlo entre los clientes de su comercio, “José Muebles”, una movida que generó repercusión nacional y lo instaló como un personaje excéntrico.
En esos mismos años, también protagonizó otras historias rimbombantes: llegó a contratar para eventos promocionales a figuras de enorme popularidad como Gisela Barreto, Beatriz Salomón o Silvia Süller, apuestas de marketing que lo terminaron convirtiendo en un personaje pintoresco para los medios. La experiencia con el auto fue tan particular que el propio Perrucio terminó escribiendo un libro relatando la odisea.
La compra del juego de té inevitablemente reactiva la memoria de uno de los casos criminales más recordados del país. María de las Mercedes “Yiya” Murano fue condenada por el envenenamiento de tres mujeres entre febrero y marzo de 1979: su prima Lelia Formisano, su amiga Nilda Gamba y la madre de esta última, Carmen Zulema del Giorgio. Todas murieron tras compartir con Yiya una taza de té o café preparado con veneno.
Murano fue detenida en 1979 y condenada en 1985. Su figura, mezcla de sofisticación, engaño y frialdad, marcó un antes y un después en la crónica policial. Incluso, volvió a cobrar relevancia popular en los últimos años tras el estreno de una serie basada en su vida, lo que reavivó el interés por detalles y objetos vinculados a la causa.
La compra del juego de té por parte de Perrucio no busca juzgar ni exaltar el pasado criminal, sino que se inscribe en ese universo de curiosidades históricas y objetos con historias sorprendentes que suelen atraer al empresario. La transacción, cargada de simbolismo y envuelta en la mezcla de morbo y mito que siempre rodeó a Yiya Murano, suma un nuevo capítulo a la lista de anécdotas excéntricas que han acompañado a Perrucio a lo largo de su vida comercial.
Como en los 90’, cuando el Mercedes Benz de Susana Giménez terminó sorteado entre compradores de muebles en Comodoro, el empresario vuelve a instalarse en el centro de una historia que combina cultura popular, pasado policial y rarezas del mercado de objetos históricos. Una curiosidad más, improbable pero real, que ahora forma parte del anecdotario comodorense.
Fuente: ADN