A esta altura del año, nuestra corteza prefrontal —esa parte del cerebro encargada de planificar, decidir y organizar— está, literalmente, fatigada. Llevamos meses tomando decisiones y ahora sumamos la presión social de las fiestas: regalos, comida, viajes y el famoso "balance anual".
Evolutivamente, estamos programados para recordar más los peligros y los fallos que los aciertos. Por eso, al repasar el 2025, tu mente va a iluminar automáticamente esa meta que no cumpliste, el proyecto que se atrasó o los kilos que no bajaste, ignorando todo lo que sí lograste y resolviste en el día a día. Este mecanismo, llamado “sesgo de negatividad”,sumado al cansancio de fin de año, dispara el cortisol y nos genera una sensación de deuda interna injusta.
Para cuidar tu salud cerebral estas fiestas, te propongo un ejercicio diferente. No hagas un balance idealista comparándolo con quien querías ser en enero. Hacé un balance realista y compasivo. Forzá a tu cerebro a listar tres logros pequeños: ese problema que solucionaste en el trabajo, esa ayuda que diste a un vecino, o simplemente haber sostenido la rutina en un año difícil.
Cambiar el foco de "lo que falta" a "lo que hay" libera dopamina y reduce el estrés.
Este año, que el brindis sea por lo que somos, y no por lo que nos faltó ser.