En Ubrique, un pintoresco municipio de la provincia de Cádiz, en el sur de España, ocurrieron estos días las fiestas patronales. Lo que debió ser una celebración colmada de alegría y tradición, tristemente se tiñó de luto el pasado domingo con la muerte de un participante durante la suelta del Toro del Gayumbo. Este evento simboliza una de las atracciones más renombradas que reúnen a los vecinos de esta pequeña comunidad de poco más de 16,000 habitantes. La víctima, un hombre de 57 años, participaba activamente en la festividad cuando se desató el trágico acontecimiento.
En medio del entusiasmo de la concurrencia y el vibrante sonido de los festejos, irrumpió Mosquetero, un imponente toro semental, cuyo nombre resonaba entre los asistentes. Desafortunadamente, un hombre en su carrera hacia una aparente escapatoria, buscaba refugiarse entre la muchedumbre y subió desesperado a una reja para ponerse a salvo. El destino quiso que el animal lo alcanzara. En ese instante, los cuernos del toro se enredaron con su calzado, culminando en un episodio desgarrador. Momentos de tensión prevalecieron en el ambiente cuando el hombre cayó al suelo, sin poder evitar las embestidas repetidas del furioso animal.
Los asistentes observaron impotentes mientras la tragedia se desarrollaba en cuestión de segundos. De inmediato, un grupo de vecinos acudió al auxilio del herido, quien yacía inconsciente, su cuerpo maltrecho en el pavimento testimoniaba la gravedad de sus lesiones. Con urgencia, fue trasladado a un centro sanitario, donde los médicos intentaron estabilizarle. Sin embargo, aproximadamente a las 8 de la noche, la tragedia se confirmó con el anuncio de su fallecimiento, como informó el diario local La Voz del Sur.
La noticia de la fatalidad se extendió por el pueblo, resonando como un eco ineludible de dolor y tristeza entre los habitantes. En respuesta, el Ayuntamiento decidió en señal de respeto y duelo suspender el espectáculo de fuegos artificiales que se había planeado para esa jornada. Asimismo, se declaró que las banderas de los edificios públicos ondearían a media asta al día siguiente, como muestra de condolencias hacia la familia de la víctima.