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15 de Septiembre de 2025
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De la bicicleta al campo: la historia del proyecto que transformó la ganadería en Río Negro

Chacra Azul se convirtió en un modelo productivo que, con el apoyo de INTA, logró maximizar la producción de carne a campo con un cultivo poco convencional: la remolacha forrajera.

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En el sur de la Argentina, un cultivo poco convencional, la remolacha forrajera, está revolucionando la ganadería. Gracias a su capacidad para producir entre 2.000 y 3.000 kilos de carne por hectárea, este cultivo de invierno está cambiando las reglas del juego para pequeños y medianos productores, al permitir una terminación a campo impensada en los sistemas tradicionales. A diferencia de otros forrajes, la remolacha forrajera aporta un nivel de energía comparable al grano de maíz, con la gran ventaja de poder ser pastoreada directamente, reduciendo costos y el uso de infraestructura.

 

Un claro ejemplo de este cambio de paradigma es Chacra Azul, un establecimiento agrícola-ganadero en Valle Azul, Río Negro. Allí, Marcos Oteiza y sus socios, junto al acompañamiento técnico de la ingeniera Verónica Favere, jefa de la Agencia de Extensión de INTA Valle Medio, se preparan para su quinto año con el cultivo, consolidando un modelo productivo que nació, de manera inesperada, en las rutas mientras pedaleaban en bicicleta.

 

De un sueño en bicicleta a un sistema de producción innovador

 

El proyecto de Chacra Azul se gestó en 2017, en las charlas de tres amigos: un ingeniero agrónomo, un economista agrario y un contador. Atraídos por la posibilidad de producir sin depender de las lluvias, apostaron por la Patagonia y adquirieron un campo de 600 hectáreas en Valle Azul, sin experiencia previa en agricultura bajo riego. Lo que encontraron fue un desafío enorme: un campo de 240 hectáreas de monte frutal abandonado, plagado de malezas y plagas.

 

Los primeros años fueron de mucho esfuerzo. Desmontaron, nivelaron, instalaron riego y alambrados. Comenzaron con una estrategia rudimentaria, comprando vacas para que aprovecharan el pasto, pero la mortandad y las dificultades logísticas fueron altas. A pesar de los obstáculos, fueron incorporando infraestructura y orden, y en 2018 dieron sus primeros pasos en agricultura, sembrando maíz y alfalfa con rendimientos prometedores. Con el tiempo, diversificaron la producción, logrando en la última campaña promedios de 11.500 kilos de maíz por hectárea y 18.000 kilos de materia seca de alfalfa. Hoy, sin embargo, es la remolacha forrajera la que guía el rumbo del establecimiento.

 

La remolacha forrajera: un cultivo que lo cambió todo

 

La apuesta por la remolacha forrajera en Chacra Azul comenzó en 2019 con apenas cuatro hectáreas, pero el éxito fue tal que el área se expandió campaña tras campaña. La proyección para la próxima temporada es de 10,5 hectáreas, con la meta de alcanzar las 20 en el corto plazo. La remolacha demostró su mayor potencial en los suelos arenosos de la zona, produciendo hasta 25 toneladas de materia seca por hectárea.

 

Para optimizar el manejo del cultivo y controlar las malezas, el establecimiento adoptó la variedad Conviso Smart, que permite el uso de herbicidas específicos. El corazón del modelo productivo es el sistema de recría y terminación a campo. Los terneros, de unos 190 kilos, pasan por una etapa de acostumbramiento de 20 días en corral, para luego ser pastoreados en franjas que se abren diariamente. Esta técnica, aprendida de experiencias neozelandesas y adaptada por el INTA, asegura un aprovechamiento del 97% del cultivo. Con una carga de 2.900 animales por día, la observación constante y la flexibilidad en el manejo son claves para maximizar los rendimientos.

 

Ganancias, bienestar animal y el futuro de la ganadería en la Patagonia

 

Los resultados productivos validan la apuesta de Chacra Azul. En ensayos realizados junto al INTA, los novillos terminados en remolacha mostraron ganancias de peso de 850 gramos por día, lo que se traduce en un rinde de 2.500 kilos de carne por hectárea. Estas cifras demuestran que la remolacha es una alternativa altamente competitiva frente al maíz o al engorde a corral, con la ventaja adicional de un costo de producción por kilo ganado casi tres veces menor.

 

Además de los beneficios económicos, el sistema a campo ofrece un bienestar animal incomparable. Los terneros pastorean en libertad, en un ambiente donde se los ve "disfrutando", en contraste con el engorde a corral.

 

De cara al futuro, el proyecto de Chacra Azul planea seguir expandiendo el área del cultivo e incorporar tecnología como los drones para simplificar la fertilización y el control de malezas. La visión a mediano plazo es llegar a la exportación, combinando la remolacha forrajera como base de alimentación en invierno con la alfalfa en primavera y verano para lograr animales más pesados.

 

La experiencia de Chacra Azul es un claro ejemplo de que la remolacha forrajera tiene el potencial de revolucionar la ganadería en los valles irrigados de la Norpatagonia, ofreciendo altos rendimientos, carne de calidad y sistemas productivos sustentables para los pequeños y medianos productores de la región.



Fuente: Rio Negro

T.B

 

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