Neykel Pérez llegó a Argentina hace 6 años, desde República Dominicana, cuando tenía 14 años de edad. Era la primera vez que venía al país y no conocía nada de la Patagonia.
Llegó desde el Caribe, en un invierno muy frío. Su madre, preocupada, pensó que iba a querer volver, pero cuenta que le gusta más el clima del sur.
Pronto, comenzó la escuela y sintió el choque de culturas, ya que la gente era distinta y algunas palabras se le escapaban.
"Decía cosas que por ahí no me entendían".
Llegó pensando que no iba a sufrir por ser de Dominicana, pero en la escuela lo molestaban por su color de piel, por su pelo y demás. Le proferían insultos racistas y él, al no conocer a nadie, se veía afectado.
"Me decían negro de mierda".
Sin embargo, se puso como objetivo adaptarse y salir de los grupos en los que lo trataban de mal modo. Al comenzar básquet, conoció a los amigos que tiene hasta hoy.
Además, Neykel cuenta que la juventud, en República Dominicana, es difícil: la familia no es tan atenta y "muchos jóvenes se dejan llevar por la calle", según explica.
"Una vez que caés en la calle, si no tenés a alguien que te saque de ahí, se te hace muy fácil caer en malas cosas: drogas, problemas, peleas, delincuencia".
Donde vivía, estaba rodeado por vendedores de drogas en cada esquina, en una ciudad mucho más grande que Esquel.
"Una vez, fui a un centro para jugar a los jueguitos en la compu. Fui a eso de mediodía y, después de media hora, recuerdo que llegó un chabón, se bajó, y empezó a dispararle a otra persona, ahí enfrente, en pleno mediodía. Se escucharon mínimo 30 disparos. Estaba lleno de chicos".
Ha vuelto dos veces a su país de vacaciones y a visitar a su familia, pero le gusta vivir en Esquel: además, tiene intenciones de estudiar una carrera relacionada con lo audiovisual en el país. El plan era viajar a La Plata, pero el coronavirus obligó a posponer la carrera.
"Siempre digo que mi deseo es quedarme acá".
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